miércoles, 6 de abril de 2016

PROHIBIDO EL PASO
Si cruzas la línea, aceptas las letras “pequeñas” del contrato.



 "Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica"   
1ra Corintios 10:23

Cuando se espera el metro o tren. Siempre hay una voz advirtiendo por los parlantes: “Por su seguridad, mantenga una distancia prudente de la raya amarilla” esto nos advierte de un alto riesgo si cruzamos esa línea y lo horrible que pudiera acontecer de hacerlo. Es un peligro letal que nos costaría la vida si no obedecemos a esa instrucción. En la vida es igual, hay líneas que NO DEBEMOS CRUZAR. De poder podemos, muchos lo han hecho y el final no ha sido nada feliz, pero ¡no debes hacerlo!

Hay una diferencia muy delgada entre la Libertad y el libertinaje, todos nosotros desde distintos enfoques somos libres en nuestra vida, el error radica cuando por el hecho de ser libre, quieres hacer lo que te da tu regalada… ¡voluntad!...saliendo de control, eso es libertinaje. No debe ser así. Tenemos algo llamado dominio propio; lo podemos usar a nuestro favor para controlar y de alguna forma  enfocar de la mejor manera nuestras emociones, carácter y decisiones en la vida diaria.

Si eres libre menos debes de cruzar esa línea delgada a los campos enemigos. ¡Los “libres” son los más buscados! Muchas veces combatimos y hasta bombardeamos las tropas del oponente declarándole la guerra, pero a muchos les ocurre que cuando menos se lo esperan, ingresan al campo de batalla equivocado. Ya no eres el enemigo del enemigo, eres su aliado. ¿Pero como paso? ¿En qué momento? Ayer era yo quien atacaba y ahora lo defiendo, duermo en sus campamentos, ¿desde cuándo convivo allí?... ¡FÁCIL! te dejaste seducir por sus encantos.

Empiezas a decirte a ti mismo(a): ya no hare más esto, última vez que veo esa página, ya no volveré a prestar mis oídos para lo que no debo, ahora sí, es definitivo no cometeré más este error. Y cuando te das cuenta estas de nuevo en lo mismo, pidiéndole perdón a Dios por el mismo error una y otra vez. ¡Basta ya! No culpes a otros. Deja de hacerlo hasta que en verdad ya no lo hagas, cambia tus hábitos, acércate a Dios y su palabra.

¿Cómo pase de repudiar algo y de un día para otro comer en la mesa de quien ayer me perseguía y pedía precio por mi cabeza? ¡Lo peor no es esto! Déjame decirte, lo peor es que aunque estés en su mesa, compartiendo y comiendo de los “manjares” y delicateses que te ofrece, te está apuntando por debajo de la mesa, la recompensa sigue vigente y solo espera el segundo oportuno para aniquilarte, solo va esperar que llegues a ese momento de conformidad, comodidad y quietud que ofrece el pecado. Cuando menos te lo esperes, serás aniquilado(a)  y nunca sabrás como ocurrió, el enemigo cocina a fuego lento, es paciente y sabe aguardar para atrapar a su presa, te hace sentir cómodo con el pecado, que creas que es parte de ti y te pertenece, te introduce en tú mente la mayor mentira; haciéndote creer que lo que haces está bien y es normal porque “todo el mundo lo hace”.

¡Pero hay una buena nueva! Jesucristo es tu salvador y quiere evitar que caigas en la trampa del que te quiere dañar y aniquilar, en tu ADN, llevas un sello especial, un código genético que no es de este mundo, por tus venas corre la sangre que fue derramada en la cruz, por tus pecados y tu vida. Te hace inmune a los virus que quieren infectarte, pero esto solo será posible si tú decides aceptar a Jesucristo en tu vida, con un corazón sincero y dispuesto.
Dios no quiere que cruces la raya, pero te ama tanto que deja esa decisión en tus manos, porque aunque sabe que no eres libre de errores, Él te dio poder para elegir y confía en ti para que tomes la elección correcta.

No cruces la línea enemiga, ni en juego. Porque el enemigo no está jugando ni descansa, tiene sed y hambre de ti…tu aroma le produce un insaciable deseo de caza que lleva tu nombre, ¡es la temporada para buscarte! quiere devorarte apenas tenga la oportunidad. Mantente distante y no te alientes a pecar. El más mínimo error en un campo de batalla te puede costar la vida, el matrimonio, noviazgo, tu carrera, tu ministerio. El pecado hará que dejes huellas y sea más fácil rastrarte.

Cuando decides mentir, engañar, hablar mal de alguien, guardar rencor, no perdonas, abres una página en internet que no debes, allí en ese momento, eres visible para el cazador. Por más que huyas o corras serás visible porque has cruzado la línea, has ingresado al peor territorio que te podrías imaginar, estas en el terreno de quienes te buscan, no solo arriesgas tu vida, estas aceptando las letras pequeñitas del contrato de frontera, ya sea que aceptes la esclavitud, ser torturado(a) y que hagan contigo lo que quieran. Más alarmante aun, fue tu decisión lo que te llevo allí. ¡Nadie cae en pecado! CAER es un accidente, nadie planifica salir de paseo y caerse a tal hora. El pecar es asunto de decisión, la gente no “cae en pecado” las personas deciden pecar. Punto. Es tu decisión. Cuídate de no acercarte a las líneas enemigas. El solo hecho de poner un pie en ellas, le dirá al enemigo que la recompensa por tu cabeza sigue vigente. Mira hacia abajo, fíjate donde están tus pies. Aún hay tiempo para arrepentirte y devolverte. Dios quiere ayudarte, que le confíes tus fallas y confieses tus pecados. Te anhela con Amor pero requiere de tu determinación para cambiar.

Quita tu pie de esa línea inmediatamente, ¡NO LA CRUCES! tu vida ha sido salvada a milímetros del cambo enemigo porque Jesús te busca y mejor aún, ya te encontró y trajo refuerzos…



Miguel Gutiérrez

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