viernes, 25 de marzo de 2016

LAS PRIMERAS PALABRAS...

Mamá, papá, tete, güau-güau, pio-pio…son algunas de las primeras palabras que muchos dijimos por primera vez al ser niños, las mismas que para su momento, fueron el gran orgullo y centro de atención en la familia. Por ejemplo, mi primera palabra fue “can-can” mi madre me lo ha contado varias veces con una sonrisa en su rostro y aun con cierto aire de orgullo por la palabrita que su pequeño en aquel entonces pronunciaba sin parar,  en mi lenguaje de dos años “can-can”, eran las gallinas que criaba mi abuelo en casa. Pero con el tiempo crecemos y dejamos la mala prosodia atrás y ya se nos exige un vocabulario más acorde a nuestra edad, porque “can-can”, para este tiempo ya no es muy válido que digamos y mucho menos tierno. Pero de lo que quiero hablarte en esta ocasión es que realmente hay dos palabras, si pudiera llamarlas así, que debemos aprender y practicar de por vida aunque muchas veces lo olvidemos.

En una ocasión me encontraba en un seminario y el orador internacional invitado que en ese momento tenía la palabra, venia para hablarnos de nuevas tendencias tecnológicas y de cómo impulsar un excelente trabajo corporativo para generar relaciones acordes para la productividad de una empresa o cualquier organización manteniendo un ambiente laboral estable, libre de estrés y sustentable.

El muy valorado orador llamando la atención de todos los que estábamos presentes, se pone delante y al centro de la tarima, levantó sus brazos pidiendo que nos levantemos y que repitiéramos con él la palabra “por favor”; hizo que nos sentáramos y luego con la misma seña nos levantó nuevamente e hizo repitiéramos a la misma voz: “gracias” y volvimos a tomar asiento. Pude notar malas caras a mi alrededor y como muchos murmuraban diciendo que no habían ido a recibir clases de etiqueta o modales de mesa, ya que en su mayoría los allí presentes, eran exitosos y egocéntricos empresarios de alto valor.

Pero lo que me inspiró a escribir estas líneas fueron sus palabras: “Muchos de ustedes están aquí porque vienen buscando algo que no tienen, se creen importantes por el simple hecho de poseer grandes compañías y cuentas con cifras mayores a diez dígitos, aun sin entender que su éxito lo deben a su personal. Pude notar cambio de rostros  cuando hicimos este pequeño ejercicio al iniciar mi participación, esto es para demostrarles que en su búsqueda del éxito y la libertad financiera, han perdido lo más importante que se nos enseñó desde chicos, algo fundamental aunque no lo crean; el decir por favor y gracias. Son las primeras palabras que deben aprender en este mundo corporativo. El hecho de que no lo hacen es el por qué están en este evento buscando la forma de generar un mejor ambiente laboral,  si todo su entorno fuera tan exitoso, no tendrían la necesidad de estar aquí o ¿me equivoco?…”  No seguiré el discurso, que aunque fue excelente, no es de lo que vine hablarles, obviamente el silencio fue rotundo en ese lugar y hasta de cierto modo incomodo, porque a todos nos caía esa exhortación, les hable de las primeras palabras que decimos de chicos porque el “por favor” y  “gracias” son una de ellas que con el tiempo dejamos de usar. El por favor nos recuerda que no somos indispensables y que siempre necesitaremos de la ayuda de alguien. El dar gracias, más allá de demostrar una genuina humildad, es el agradecimiento y valor agregado al trabajo de los demás, muy ligado a lo espiritual ya que siempre se nos ha enseñado a ser agradecidos con los demás y por supuesto con Dios.

 Me impresiona que ese día un hombre del otro lado del mundo haya venido solo para recordarnos que debemos decir por favor y gracias. Muchas organizaciones pierden excelente personal por no saber valorar sus talentos y agradecer sus frutos dentro de las compañías, cuanta gente resentida y dolida no hay en el mundo porque de sus familiares, personas que aprecian y valoran jamás han salido estas palabras hacia ellos. El orador decía: “tus malas relaciones y errada forma de dirigirte a las personas puede llevarte a ganarte enemigos en tu misma empresa” y aunque no suena como el mega descubrimiento del siglo, es así, y peor aún, es la realidad más común en la actualidad, no solo en el mundo laboral, sino en todos los aspectos de nuestra vida. Todo empieza desde casa, empecemos a ser más agradecidos con los nuestros, sembrar y cosechar es ley de vida, así que asegúrate de que tu semilla sea buena y cuídala para que de buen fruto. De antemano, te pido POR FAVOR que practiques esto y seas de ejemplo a los demás…el usar o no estas sencillas palabras pueden marcar una gran diferencia en tu vida te lo aseguro. ¡Ah! y GRACIAS... 


Miguel Gutiérrez











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