LAS PRIMERAS PALABRAS...
Mamá, papá, tete, güau-güau, pio-pio…son algunas de
las primeras palabras que muchos dijimos por primera vez al ser niños, las
mismas que para su momento, fueron el gran orgullo y centro de atención en la
familia. Por ejemplo, mi primera palabra fue “can-can” mi madre me lo ha contado
varias veces con una sonrisa en su rostro y aun con cierto aire de orgullo por
la palabrita que su pequeño en aquel entonces pronunciaba sin parar, en mi lenguaje de dos años “can-can”, eran las
gallinas que criaba mi abuelo en casa. Pero con el tiempo crecemos y dejamos la
mala prosodia atrás y ya se nos exige un vocabulario más acorde a nuestra edad,
porque “can-can”, para este tiempo ya no es muy válido que digamos y mucho
menos tierno. Pero de lo que quiero hablarte en esta ocasión es que realmente
hay dos palabras, si pudiera llamarlas así, que debemos aprender y practicar de
por vida aunque muchas veces lo olvidemos.
En una ocasión me encontraba en un seminario y el
orador internacional invitado que en ese momento tenía la palabra, venia para
hablarnos de nuevas tendencias tecnológicas y de cómo impulsar un excelente
trabajo corporativo para generar relaciones acordes para la productividad de
una empresa o cualquier organización manteniendo un ambiente laboral estable,
libre de estrés y sustentable.
El muy valorado orador llamando la atención de
todos los que estábamos presentes, se pone delante y al centro de la tarima,
levantó sus brazos pidiendo que nos levantemos y que repitiéramos con él la
palabra “por favor”; hizo que nos sentáramos y luego con la misma seña nos
levantó nuevamente e hizo repitiéramos a la misma voz: “gracias” y volvimos a
tomar asiento. Pude notar malas caras a mi alrededor y como muchos murmuraban
diciendo que no habían ido a recibir clases de etiqueta o modales de mesa, ya
que en su mayoría los allí presentes, eran exitosos y egocéntricos empresarios
de alto valor.
Pero lo que me inspiró a escribir estas líneas fueron
sus palabras: “Muchos de ustedes están
aquí porque vienen buscando algo que no tienen, se creen importantes por el
simple hecho de poseer grandes compañías y cuentas con cifras mayores a diez
dígitos, aun sin entender que su éxito lo deben a su personal. Pude notar cambio
de rostros cuando hicimos este pequeño
ejercicio al iniciar mi participación, esto es para demostrarles que en su
búsqueda del éxito y la libertad financiera, han perdido lo más importante que
se nos enseñó desde chicos, algo fundamental aunque no lo crean; el decir por
favor y gracias. Son las primeras palabras que deben aprender en este mundo
corporativo. El hecho de que no lo hacen es el por qué están en este evento
buscando la forma de generar un mejor ambiente laboral, si todo su entorno fuera tan exitoso, no
tendrían la necesidad de estar aquí o ¿me equivoco?…” No seguiré el discurso, que aunque fue
excelente, no es de lo que vine hablarles, obviamente el silencio fue rotundo
en ese lugar y hasta de cierto modo incomodo, porque a todos nos caía esa
exhortación, les hable de las primeras palabras que decimos de chicos porque el
“por favor” y “gracias” son una de ellas
que con el tiempo dejamos de usar. El por favor nos recuerda que no somos
indispensables y que siempre necesitaremos de la ayuda de alguien. El dar
gracias, más allá de demostrar una genuina humildad, es el agradecimiento y
valor agregado al trabajo de los demás, muy ligado a lo espiritual ya que
siempre se nos ha enseñado a ser agradecidos con los demás y por supuesto con
Dios.
Me
impresiona que ese día un hombre del otro lado del mundo haya venido solo para
recordarnos que debemos decir por favor y gracias. Muchas organizaciones
pierden excelente personal por no saber valorar sus talentos y agradecer sus
frutos dentro de las compañías, cuanta gente resentida y dolida no hay en el
mundo porque de sus familiares, personas que aprecian y valoran jamás han
salido estas palabras hacia ellos. El orador decía: “tus malas relaciones y
errada forma de dirigirte a las personas puede llevarte a ganarte enemigos en tu
misma empresa” y aunque no suena como el mega descubrimiento del siglo, es así,
y peor aún, es la realidad más común en la actualidad, no solo en el mundo
laboral, sino en todos los aspectos de nuestra vida. Todo empieza desde casa,
empecemos a ser más agradecidos con los nuestros, sembrar y cosechar es ley de
vida, así que asegúrate de que tu semilla sea buena y cuídala para que de buen fruto.
De antemano, te pido POR FAVOR que practiques esto y seas de ejemplo a los
demás…el usar o no estas sencillas palabras pueden marcar una gran diferencia
en tu vida te lo aseguro. ¡Ah! y GRACIAS...
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